El 30 de junio del 2005 se aprobó en España la ley que permite el matrimonio civil entre parejas del mismo sexo, lo que causó agitación tanto entre los grupos que respaldan esta iniciativa como entre sus detractores.
En la antigua Grecia era aceptada la homosexualidad; el término lesbianismo se deriva de la palabra Lesbos, que es la isla donde, 600 años AC, vivió la poetisa Safo, de quien decía el poeta Anacreonte que sentía amor sexual por las mujeres.
En la sociedad occidental se ha estigmatizado a las personas homosexuales, en algunos países se llegó al extremo de tipificar como delito penal a la homosexualidad, y en ciertos gobiernos la intolerancia fue tan grande que se los asesinaba, como sucedió con Federico García Lorca.
En el siglo XIX, al igual que ciertos líderes religiosos del Ecuador del Siglo XXI, consideraban al homosexualismo como una enfermedad, pero esta tesis fue rebatida por Charles Kinsey, quien demostró que entre los homosexuales y los heterosexuales no había aspectos patológicos diferenciadores; el año 1973, la Asociación Psiquiátrica de EE UU eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, y en 1980 se la retiró del Manual de Clasificación de las Enfermedades Mentales de la OMS.
Es un Derecho Fundamental de todo ciudadano “el tomar decisiones libres y responsables sobre su vida sexual” por lo tanto debemos respetar la orientación sexual de los ciudadanos que siendo del mismo sexo deciden vivir en pareja, esto no debería sorprendernos, ya que es una situación que ha venido ocurriendo desde hace miles de años, por lo que si la unión es estable y duradera el matrimonio civil es necesario para que dichos ciudadanos puedan acogerse a los derechos de la sociedad conyugal establecidos en el Código Civil.
P E R O, por ser la familia la célula fundamental de la sociedad, no debería permitirse que los matrimonios homosexuales adopten hijos - ni que los tengan - y no sólo por el aspecto legal sino porque sería un atropello a las personas menores de edad, quienes tienen derecho a conocer a su padre y a su madre y a mantener relaciones afectivas con ellos inclusive cuando se encuentren separados. La familia debe estar formada por un hombre y una mujer y los niños deben ser criados por este tipo de familias, así ha venido sucediendo por miles de generaciones y no tenemos derecho a que nuevas generaciones se críen en ambientes diferentes. El matrimonio civil entre homosexuales se debería dar sólo para que sus integrantes se acojan a los derechos de la sociedad conyugal en cuanto a los bienes y a la herencia pero no en lo concerniente a los hijos.
En la antigua Grecia era aceptada la homosexualidad; el término lesbianismo se deriva de la palabra Lesbos, que es la isla donde, 600 años AC, vivió la poetisa Safo, de quien decía el poeta Anacreonte que sentía amor sexual por las mujeres.
En la sociedad occidental se ha estigmatizado a las personas homosexuales, en algunos países se llegó al extremo de tipificar como delito penal a la homosexualidad, y en ciertos gobiernos la intolerancia fue tan grande que se los asesinaba, como sucedió con Federico García Lorca.
En el siglo XIX, al igual que ciertos líderes religiosos del Ecuador del Siglo XXI, consideraban al homosexualismo como una enfermedad, pero esta tesis fue rebatida por Charles Kinsey, quien demostró que entre los homosexuales y los heterosexuales no había aspectos patológicos diferenciadores; el año 1973, la Asociación Psiquiátrica de EE UU eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, y en 1980 se la retiró del Manual de Clasificación de las Enfermedades Mentales de la OMS.
Es un Derecho Fundamental de todo ciudadano “el tomar decisiones libres y responsables sobre su vida sexual” por lo tanto debemos respetar la orientación sexual de los ciudadanos que siendo del mismo sexo deciden vivir en pareja, esto no debería sorprendernos, ya que es una situación que ha venido ocurriendo desde hace miles de años, por lo que si la unión es estable y duradera el matrimonio civil es necesario para que dichos ciudadanos puedan acogerse a los derechos de la sociedad conyugal establecidos en el Código Civil.
P E R O, por ser la familia la célula fundamental de la sociedad, no debería permitirse que los matrimonios homosexuales adopten hijos - ni que los tengan - y no sólo por el aspecto legal sino porque sería un atropello a las personas menores de edad, quienes tienen derecho a conocer a su padre y a su madre y a mantener relaciones afectivas con ellos inclusive cuando se encuentren separados. La familia debe estar formada por un hombre y una mujer y los niños deben ser criados por este tipo de familias, así ha venido sucediendo por miles de generaciones y no tenemos derecho a que nuevas generaciones se críen en ambientes diferentes. El matrimonio civil entre homosexuales se debería dar sólo para que sus integrantes se acojan a los derechos de la sociedad conyugal en cuanto a los bienes y a la herencia pero no en lo concerniente a los hijos.
Buen blog. Ùnete a la campaña de Bloggers contra la violencia en el hogar.
ResponderEliminarenvia un mail a williamzea@gmail.com para inscribirte en la campaña.
http://violenciafamiliarguayaquil.blogspot.com
Es decir; Demos libertad a los homosexuales, pero la que nosotros decidamos, no la suya...
ResponderEliminarEl tema es tan delicado que no deseo entrar en discusiones, únicamente manifestar mi desacuerdo en este punto concreto
ResponderEliminarEs cierto que los homosexuales son personas y por lo tanto tienen derechos.
El problema está en aquellas personas que son degeneradas en el sentido de no saber si se quiere ser asi tal cual o del otro modo. Ejemplo de esto es la mujer que quizo ser hombre PERO sin embargo dejó su posibilidad de concebir como toda mujer. ¿Qué mismo pues?.
No se puede ser tibio, eres frío o caliente y punto.
La sociedad no está preparada para que un matrimonio gay crie niños, ni tiene por qué estarlo. Formar una familia es un derecho que se gana con los valores recibidos, valores que se fomentarán.
Estoy de acuerdo contigo, los y las homosexuales tienen derechos, pero estos no están por encima de los derechos de los niños
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